Tras 28 años como transexual, Fernando vuelve a estar orgulloso de ser hombre y ha decidido contar su testimonio para ayudar a quien ha pasado por los grandes sufrimientos que él vivió.
En un testimonio en televisión, el peruano Fernando Ñaupiru cuenta que vivió 28 años como transexual y que gracias a un fuerte encuentro con Dios pudo cambiar de vida de nuevo. Como en muchos otros extransexuales todo comenzó en la infancia. En su familia no se sentía querido y a los ocho años un profesor del colegio abusó sexualmente de él. “Ahí empezó la destrucción de mi vida. Por temor a mi padre no dije nada y esto marcó mi vida, destruyó mi niñez”, recuerda Fernando.
Debido a este acontecimiento acabó cayendo en el homosexualismo, también a escondidas de su familia. Y cuando se enteraron de su homosexualidad sus padres le echaron de casa. A los trece años tuvo que dejar su pequeño pueblo y se instaló en Lima.
“Allí comencé a degradarme más y a los quince años comencé a tomar hormonas, empezaron a crecerme los senos y la voz me cambió”, añade. Ahí comenzó su paso a la transexualidad. Pero el duro camino de su vida sólo acababa de comenzar.
“EN LA DUCHA ME DECÍA QUE HABÍA NACIDO PARA SER MUJER Y CUANDO ME MIRABA A MÍ MISMO ME DECÍA QUE ME CAMBIARA DE SEXO”
Fernando afirma que un año después, a los 16 años, se introdujo en el mundo de la prostitución en el que estuvo décadas sin poder salir. Recordando ahora aquel momento, este peruano cuenta que “en la ducha el demonio me decía que había nacido para ser mujer y cuando me miraba a mí mismo y veía los genitales masculinos el diablo me decía que me cambiara de sexo”.
Fernando Ñaupari alerta ahora de todo aquello que no se cuenta de la transexualidad
Y así a los 18 años acudió a una clínica donde se realizó una operación de cambio de sexo. Así creía que sería feliz. Pero necesitaba más y más porque no lograba colmar su felicidad. Y por ello acudió a Brasil a cirujanos de renombre porque quería parecer sí o sí una mujer. Aconsejando a los que están ahora pasando lo que él, alerta que los médicos que hacen estas operaciones “no dicen las consecuencias que tiene el cambiarse de sexo”.
A partir de ahí inició una lucha legal para no sólo parecer una mujer sino para ser tratado como tal por las autoridades. Su caso llegó a las portadas de los periódicos y finalmente logró dejar de ser legalmente Fernando para pasar a ser Carmen Claudia.
El círculo vicioso en el que se movía en la prostitución le llevó a la droga, especialmente a la cocaína, de la que abusaba con frecuencia porque a pesar de todos sus esfuerzos no era feliz. Y por ello en varias ocasiones intentó suicidarse cortándose las venas.
Fue en ese momento cuando decidió viajar a Europa, donde conoció a un francés con el que se casó. Pero a pesar de ello siguió con la prostitución en Francia.
“YO BUSCABA DESESPERADAMENTE DEJAR ESTA VIDA PORQUE NO ERA UNA VIDA DE FELICIDAD PERO NO SABÍA CÓMO”
“Buscaba desesperadamente dejar esta vida porque no era una vida de felicidad pero no sabía cómo. Me prostituía desnudo en invierno en París y muchas veces prostituyéndome yo lloraba, quería salir de ahí, huir…”, cuenta Fernando en su testimonio. “Quería tirarme al tren, era esclavo de todo esto pero no sabía donde huir”.
Pero en el año 2000 su vida comenzó a cambiar. Su prima acudió a Francia a visitarle y le empezó a hablar de Dios y de un homosexual al que Dios había cambiado.
Las palabras de su prima no le gustaron y ella se marchó pero “la palabra quedó sembrada en mí. Comencé a recordar mi niñez y cómo el demonio me metió en todo esto y en ese momento empecé a llorar. Por primera vez hablé con Dios, levanté mi mirada al cielo, lloraba y no sabía por qué”.
Entonces su vida dio un vuelco. Volvió a Perú para bautizarse, dejó la prostitución y al hombre francés que le acompañaba y volvió a vestirse como un varón. El siguiente paso era pasar por el quirófano y luchar legalmente para recuperar su identidad masculina que años antes había cambiado.
Y tras 28 años como transexual ahora Fernando está orgulloso de ser hombre y ha decidido entregar su vida a Dios y dar a conocer su testimonio, con el que intenta ayudar a quien ha pasado por los grandes sufrimientos por los que él ha pasado.